Las que viváis en Madrid probablemente me comprenderéis bien. El ritmo de vida aquí es estresante “de serie”: todo el mundo vamos corriendo de un lado a otro, gente por todos sitios, atascos, colas, ruidos…
Yo ya hace tiempo que me he dado cuenta de que corro independientemente de que vaya tarde a un sitio o no, lo mío es estrés “intrínseco”, y lo es de tal forma que a veces incluso estreso a los que me rodean… ;-S
Pero es que no puedo evitarlo, soy puro nervio, y vivir en una gran ciudad no me beneficia demasiado en ese sentido.
Pues bien, el sábado pasado decidimos huir de todo eso e ir a pasar el día a la nieve con los peques. Hacía un día precioso y una amiga me recomendó un puerto que por lo visto estaba menos concurrido que la terrible Nacional 6 y Navacerrada: el Puerto de Morcuera.
Y allá que nos fuimos prontito con todo lo necesario para un día de nieve, que como entenderéis es prácticamente la casa entera cuando hablamos de viajar con dos enanos de 1 y 2 años.
Iba preparada para disfrutar de una jornada en contacto directo con la naturaleza, respirar aire puro y caminar sobre nieve virgen… A cargar las pilas tras una dura semana de trabajo, y “abrir mi mente” en ese maravilloso entorno…
Y todo iba bien hasta que nos acercamos a la parte más alta del puerto, y de repente nos topamos con el mega-atasco de cientos de “domingueros” (ya sé que era sábado, pero hablo de domingueros en el sentido más extenso de la palabra…jeje) como nosotros sedientos de naturaleza y paz.
No daba crédito, estaba a 80 kms de Madrid en un puerto de montaña metida en un atasco que ni la M30 un lunes lloviendo a las 7.30h!! O_O
Tras avanzar en 30 minutos no más de 100 metros, y ver que muchos coches se daban la vuelta o directamente aparcaban al borde de la carretera y sacaban los “bártulos” para hacer lo que podían en los mini-neveros de nieve que ya había a esa altura, decidimos no perder más tiempo dentro del coche y aparcamos también.
Mi maravilloso día en contacto con la naturaleza se convirtió en un rato jugando en dos metros cuadrados de nieve junto a la carretera, tragando humo de tubos de escape y dando “palique” a las numerosas familias que pasaban andando por nuestro nevero y que hacían comentarios de nuestro muñeco de nieve…
Creo que mis hijos no notaron la diferencia entre eso y estar en medio de una montaña prácticamente solos, lo cual me alegra mucho, y por lo que a pesar de lo “chungo” de la situación pasamos un bonito día en familia.
Resumen: si vives en Madrid y buscas un remanso de paz, contacto con la naturaza, desconectar… Haz lo que el amigo Bárcenas y coge un vuelo a Canadá o más lejos sin puedes… ;-)
Besos y feliz semana!!
C*
Estoy enlazando este post a la fiesta de enlaces de Blanca. Más besos! :-)
Jajaja muy descriptivo!!!! Bss mil. Gaby
ResponderEliminarDescriptivo y real como la vida misma... :-(
EliminarBss!
Tiene que ser terrible intentar salir un poco del agobio y meterse en otro más grande, nunca he entendido por que en Madrid vais a todos los sitios corriendo, aquí también tenemos que ir al trabajo con la hora y si tienes la mala suerte de perder el autobus no te pasa otro a los cinco minutos si no que has de esperar un hora, y el jefe te garantizo que es igual de broncas si llegar tarde. Creo que como dices es un estres intrínseco.
ResponderEliminarTe he conocido por la fiesta de blogs,
Besos
Raquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Hola Raquel,
EliminarTienes razón en lo que dices, pero sin darme cuenta el estrés se me ha "instalado" y no sé como sacarlo!! jaja
Bss